Sentado en el alba de la primavera,
soy ahogado por un insufrible dolor
al recordar los tiempos de antaño
cuando me sentía dueño de tu amor.
Tiempos que sin anunciarse se asoman
trayendo ríos de tristeza y soledad,
dejándome el recuerdo de un pasado
donde conocí tu refugio y bondad.
Emigre como viajero sin rumbo. . .
sin el abrigo de la tierra prometida,
cambiando los colores por tinieblas,
guiado por la sombra de una mentira.
Mis párpados caídos cierran mis ojos
temiendo al abrirlos ver la realidad
que aun siendo por Dios escogido
he dejado el camino de su verdad.
Añoro encontrar el cielo perdido,
volver a sentir la llama del primer amor.
Y aun cuando otros no lo comprendan,
deseo morir y vivir para mi Señor.
He aquí tu siervo pidiendo perdón,
abandonando el camino desolado,
volviendo por el sendero de la cruz,
volviendo a la casa de su amado.
Pablo Caballero
ARANDO EN EL MAR
Cruzaste mi camino por azar...
¿Que por qué reparé en ti?
No sé...
Eras alegre, casquivano...
¿O eras casualidad?
Qué más da...
Tus ojos me fijaban con insolencia
mientras avanzabas paso a paso
por mi sendero de sueños...
Te vi aquella mañana...
Arando en un mar transparente
de encajes celestes...
Allí donde las nubes fuerzan la marea
acariciar la arena...
Tu mirada chispeante cantaba
en mis ojos mientras te soñaba.
Brillabas en mi alma como brilla
el reflejo del sol sobre las aguas
calmas...
Más allá de la razón...
Nos lanzamos al vacío de un
mundo desconocido...
Un mundo donde la brisa se
transforma en fuego...
Donde se confunden ternura,
deseo, pasión y juego...
Y tus ojos cambiaron de expresión...
Vi una mirada sensual y penetrante
desnudar mi timidez en un instante...
Sentí la vida oscilar bajo tus manos
suaves...
Y en el olvido nos ahogamos,
vencidos...
Pero las nubes corren esta noche,
veloces...
Ya tu rostro etéreo detrás de una
estrella se esconde...
Ya una lluvia de lágrimas borró
despacio las huellas de tus pasos...
Ya solo adivino la risueña expresión
de tus ojos...
Ay, amor...
Si ya te entregué todo lo que se
puede entregar...
Dime, di...
¿Qué más te podría dar?
Si no eras realidad...
Te vi pasar por mis sueños...
Nada más...
Marie-Ange Bonnevie